Fuente: La Discusión
Según cálculos de la Secretaría Regional del Ministerio de Medio Ambiente, solo un 20% de la leña que se consume para la calefacción domiciliaria en Chillán y Chillán Viejo es seca y certificada.
Considerando que en la intercomuna el uso anual del popular combustible es de aproximadamente 170.000 metros cúbicos, de acuerdo al inventario de emisiones de la autoridad regional medioambiental, 136.000 metros cúbicos que se queman durante la época de otoño-invierno no garantizarían tener una humedad inferior al 25%, factor determinante en la contaminación ambiental de la Zona Saturada de Ñuble entre los meses de abril y agosto.
En las últimas semanas autoridades comunales, regionales y nacionales han planteado la idea de entregar subsidios a la gente de menores recursos para que puedan acceder a otros combustibles diferentes a la leña, iniciativa apoyada por el consejero regional Cristian Quiroz.
No obstante, la autoridad regional admite que existen otros mecanismos que garantizarían que los habitantes locales no emitan en exceso el peligroso material particulado fino (MP2,5), al usar biomasa de buena calidad.
Experiencia osornina
Un inédito secador solar de leña, el primero de su tipo en el país, empezó a funcionar desde hace casi dos años en la contaminada ciudad de Osorno, en donde al igual que la intercomuna Chillán-Chillán Viejo, está vigente un Plan de Descontaminación Ambiental (PDA) desde el pasado 28 de marzo.
La iniciativa, gestada por el empresario Miguel Márquez, contempló una inversión de al menos $200 millones y, según su dueño, el retorno de los costos fácilmente se completa luego de dos años.
“Somos pioneros en Chile en el diseño e instalación de un secador solar de leña de alta eficiencia con trazabilidad total. Se trata de un secador con energía solar (techo negro solar) cuyo producto no solo es la venta de leña en volumen como metros cúbicos, sacos u otras medidas, sino de energía útil. Hace dos años empezamos a hacer la sintonía fina del sistema de paneles solares para aprovechar la energía que se obtiene”, indicó Miguel Márquez.
En términos simples, el galpón donde se puede acumular hasta 500 metros cúbicos de la leña es constantemente ventilado con aire caliente producido por la tecnología.
El emprendedor explicó que al año es posible producir aproximadamente 10.000 mts3 sin problemas.
“Obviamente este sistema puede ser replicable en Chillán y todas las ciudades con altos niveles de contaminación, ya que esta leña está garantizada que tendrá menos del 25% de humedad”, añadió.
Propuesta para Chillán
El core por Ñuble Cristian Quiroz, quien conoció de cerca la experiencia osornina, admitió que si bien se debe desincentivar el uso de biomasa, admitió que a nivel local se deben entregar alternativas para acceder a este combustible certificado.
“El uso de la leña no puede ser eliminado en un cien por ciento para la calefacción de hogares en el corto plazo, por razones culturales y económicas. Es una actividad productiva relevante y que genera miles de puestos de trabajo; el desafío entonces es la incorporación de innovación y tecnología para un uso sustentable de la leña, considerando que la leña seca contamina cuatro veces menos que la leña húmeda que tradicionalmente se usa en la intercomuna. El secado de leña es propio del Hemisferio Sur y aquí es un diseño innovador, la idea es estudiar su réplica en Chillán, asociado, por ejemplo, a subsidios para la compra de leña seca y con planes de manejo”, sostuvo Cristian Quiroz.
Proceso de secado
Los tres centros de venta de leña certificada en Chillán tienen una capacidad de acopio de casi 3.000 metros cúbicos. Según explicaron sus dueños, el secado de la biomasa lo logran de manera natural.
“Yo la compro semiseca a lo mucho en octubre y en cinco meses ya está en condiciones de venderse, porque está la garantía de que tiene menos del 25% de humedad”, comentó Santiago Contreras.
El vendedor agregó que pese a que la tecnología ocupada en Osorno promete tener el producto seco en 12 días, aclaró que el sistema es costoso para emplearlo en Chillán, idea que comparte Daniel Vásquez, propietario de un punto de acopio de leña seca, quien añade que el Estado tendría que subsidiar la implementación de la tecnología.