Fuente: Crónica Chillán
Telecomunicaciones. Autoridades advierten fallas en su normativa y estudios médicos aseguran que la exposición prolongada podría generar problemas de salud.
Ingrid Acuña Caballero
Son 754 las antenas que se ubican en toda la provincia, según el registro que guarda la Subsecretaría de Telecomunicaciones (Subtel). La primera de ellas se instaló el 23 de junio de 1989 en Chillán y cuatro meses después una más se sumó a la ciudad y otras dos en las comunas de Ñiquén y Quillón.
La evolución en cantidad que han tenido estos 27 años ha sido lenta, sobre todo en sus primeros años, ya que tras la instalación de las primeras 4 antenas, solo en 1991 se agregaron dos más. Luego de eso pasaron 5 años sin registro de nuevas instalaciones.
Si bien en la década de los 80 comenzó poco a poco a tomar terreno la telefonía inalámbrica, en Chile esto se demoró una década más y en nuestra provincia fue a fines de los 90 cuando se abrió paso, años en que se ajusta con el aumento en instalaciones de torres, ya que en 1997 se emplazaron 12 antenas celulares repartidas en las comunas de Bulnes, Chillán, Coihueco, Pemuco, Quillón, Ránquil, San Carlos, San Ignacio y Yungay.
En tanto, en los últimos 6 años las carpetas que han ingresado para colocar antenas a nivel provincial es de 363 solicitudes, pero es en el 2013 el año en que la cantidad se disparó con 112 antenas, lo que representa el 15% del total de torres que hay en toda la provincia, pese a que en el 2012 entró en vigencia ley que regula instalación de torres par antenas celulares, la que contó con nuevas facultades para municipios y mayor protección de la salud.
Registro dispar
A nivel de provincia, Chillán es la comuna que congrega la mayor cantidad de dispositivos (237) de los cuales el 51% de antenas es de Entel y solo un 24% de Telefónica.
La cifra dispar en 63 antenas, al ser comparada con el registro que maneja el municipio de Chillán, detalla a juicio de Cristian Quiroz, una falta en la fiscalización.
“Tengo la impresión de que la fiscalización y el control no ha sido el adecuado, ya que ni la Subsecretaría de Telecomunicaciones ni el municipio tienen el personal adecuado para poder realizar este tipo de supervisiones. Hay una variación en los registros que tienen una institución y otra, porque tampoco hay la suficiente cantidad de recursos para fiscalizar y es una materia necesaria de abordar, porque cada vez va a seguir creciendo, ya que a medida que pasa el tiempo hay más equipos móviles y por lo tanto, habrá una mayor demanda de un servicio que tiene que ver con la calidad de la conectividad y está asociado con la cantidad de antenas existente”, subrayó Quiroz.
En el caso de San Carlos, también registra un cómputo dispar ya que mientras la Subtel contabiliza 62 dispositivos, el municipio tendría 15 torres registradas. En lo único que sí coinciden es en los porcentajes de empresas que concentran la mayor cantidad de torres. Solo la comuna de Pinto revierte los cómputos de firmas que tienen mayor número de antenas, ya que de las 44 torres, el 36% de ellas son de Telefónica.
“Lo que falta en la normativa es establecer que en alguna parte de la antena se deba disponer un letrero con las característica de la antena, de tal suerte que la población pueda fiscalizar y los inspectores tanto municipales como de la Subtel, puedan fiscalizar que la altura que tiene la antena es la que corresponde, ya que hoy no informa el alto, ancho o la frecuencia, y esa información debiera estar a la vista, más que el camuflaje y debería ser un complemento y eso lo propuse cuando fui concejal para agregarlo a la ordenanza”, sostuvo Cristian Quiroz.
El resto de las comunas se dividen la cantidad de antenas en promedio de 35 aparatos, a excepción de Prtezuelo que tan solo tiene 9 torres.
En tanto, desde que se establecieron las antenas y creció el mercado de la telefonía celular, las empresas de este rubro aumentaron, pero es Telefónica y Entel las firmas que concentran el 28% y 42% respectivamente del total de antenas en Ñuble.
EFECTOS EN LA SALUD
La cantidad de antenas que hay en una zona y las consecuencias que estas puedan tener en la salud fue materia de investigación del doctor Andrei Tchernitchin, quien lo abordó en un estudio junto a otros colegas, sobre los efectos de la radiación electromagnética no ionizante, “esto es en el caso específico de los efectos en la salud humana de la telefonía celular”, aclaró el médico.
La explicación parte con que las radiaciones electromagnéticas de altas frecuencias que se generan desde los calulares cuando se realizan llamados o se envían datos hacia las antenas repetidoras, tienen efectos en las personas, causando un riesgo para la desarrollar diversas enfermedades.
De acuerdo al estudio también se pudo comprobar, con evidencias científicas, que la exposición a la radiación electromagnética de baja frecuencia, ya sea domiciliaria o producida por tendidos de alta tensión, también genera riesgos para la salud.
Entre los efectos en la salud de ambos tipos de radiación electromagnética, es el aumento de riesgo para que se desarrolle un cáncer como un efecto diferido en el tiempo, es decir, que se desarrolla años después de iniciarse la exposición a radiaciones electromagnéticas.
“Se debe aplicar una protección para definir límites máximos de radiación no ionizante, en todos los espectros de frecuencias, para proteger la salud de las personas, priorizando las frecuencias desde 900 a 10.000 Megahertz y también las bajas frecuencias de 50 Hertz. Los nuevos límites deben ser los más exigentes posibles, con el compromiso de las industrias involucradas y del gobierno encargadas de hacer cumplir las nuevas normas”, sostuvo Andrei Tchernitchin.
Otro de los resultados obtenidos es la existencia, con una alta probabilidad, que los efectos adversos para la salud también se producen por las antenas transmisoras de telefonía celular y por los mismos teléfonos celulares. “Se puede concluir que se pueden generar una serie de deteriores paulatinos”, dijo Tchernitchin.
Según el médico, existen en la literatura científica trabajos que no encuentran efectos adversos. Esto se debe muchas veces a que las muestras están conformadas por un número de personas reducidas, con lo que no se logra tener validez estadística para demostrar diferencias entre expuestos y no expuestos. “Si se aumenta el número de personas o años de exposición, el tamaño de la muestra aumenta y en esas condiciones muchas veces sí se demuestra un efecto adverso en forma estadísticamente significativa”, dijo el médico. “Sería bueno que el Ministerio de Salud definiera, como organismo responsable, el generar los límites máximos de exposición a radiaciones (ionizantes o no ionizantes), para asegurar el adecuado y oportuno ajuste de normas ante la evidencia científica, reemplazando a Subtel que es quien tiene esa función hasta hoy”, sugirió el doctor.