Existen cualidades propias de la naturaleza que no pueden ser supeditadas al orden político administrativo ni al legal, o por lo menos no con el éxito esperado. Un ejemplo claro de aquello ha sido la cuestionada regionalización de la pesca artesanal. Claro, los cardúmenes no saben de regiones y traspasan cotidiana o estacionalmente de un lado a otro.
Algo similar sucede con la principal vocación productiva de Ñuble, su agricultura. Ha quedado demostrado que la naturaleza puede alterar condiciones (de producción) y características (de los productos) tanto por la sequía, heladas, u otros, ya sean comunes o bien asociados al cambio climático. Aquí un dato que cobra relevancia, sobre el 72% de la superficie de frutales de la actual región del Bio Bio, es parte de la nueva región de Ñuble.
En este escenario el orden político administrativo si puede ser una fortaleza o una amenaza. Precisamente para ser un factor positivo resulta clave en el contexto de la instalación de la nueva región de Ñuble, asumir algunos elementos como prioritarios: plan de ordenamiento territorial y estrategia regional de desarrollo enfocados en un modelo que integre el desarrollo y crecimiento, salvaguardando las condiciones medioambientales y asumiendo una perspectiva integrada entre los privados, universidades y aparato público, orientado a la innovación y la ciencia aplicada al servicio de Ñuble.
Cristian Quiroz Reyes| Publicada en 2016, Revista Agro